Hablar de rentabilidad no tiene por qué convertirse en una clase de contabilidad. En nuestra industria, muchos compradores quieren entender cómo les va a rendir su inversión, pero no necesitan abrumarse con ecuaciones. La clave está en explicar de forma cercana por qué un vehículo o un repuesto genera valor a lo largo del tiempo. Cuando acompañamos al cliente desde la primera conversación, haciendo las preguntas correctas y comprendiendo su operación, podemos traducir la rentabilidad a ejemplos sencillos.
Una buena forma de empezar es hablar de eficiencia: ¿cómo impacta el consumo de combustible en los costos diarios? La eficiencia es uno de los principales atributos de los camiones International, y explicarla con comparaciones claras ayuda a que el cliente lo vea como una inversión, no como un gasto. También puedes destacar el costo total de propiedad: un motor moderno y confiable, como el S13, reduce el consumo y las reparaciones inesperadas. En lugar de cifras complejas, cuenta historias de clientes que han reducido sus tiempos de parada gracias a un mantenimiento preventivo adecuado.
Otra clave es utilizar metáforas de la vida cotidiana. Comparar un programa de mantenimiento con visitar al médico, o un CRM con un recordatorio en el teléfono, permite que el cliente asocie conceptos financieros con experiencias familiares. Los boletines segmentados y mensajes personalizados son buenas herramientas para mantener el contacto y reforzar la idea de rentabilidad.
Finalmente, invítalos a pensar en el largo plazo: la comodidad del conductor y la seguridad también influyen en la rentabilidad, porque un vehículo cómodo y seguro aumenta la productividad. Hablar con claridad y empatía convierte la rentabilidad en una conversación cercana, no en un discurso técnico.